lunes, 14 de julio de 2014

CRÓNICA DEL FESTIVAL BE PROG 2014

Sábado 12 de julio de 2014. Poble Espanyol de Barcelona.


A las 17h me están comprobando la entrada y empieza a tocar Animatter. Puntualidad británica (que se intentará mantener a lo largo del festival sin éxito tras su ecuador). Sin ser un día especialmente caluroso, el sol es de frente es implacable con la gente del escenario. Mick Moss suda la gota gorda, aunque a su lado el bajista parece recién incorporado tras acabar su jornada laboral en un banco. ¿Qué hace un tío con pantalón de pinzas y corbata tocando en un sitio como este? ¡Si la cola de entrada parecía un casting de Juego de Tronos!... El calor arrecia y sé que las cervezas sólo valen dos euros… Voy a esperar, no me quiero despegar de mi posición privilegiada ante uno de los últimos dioses que he incorporado a mi panteón. Luego tendré que hacer cola…
Tesserac T no me acaba de seducir a priori. Cuando la banda ocupa su lugar y empieza a tocar se produce la sorpresa. Hay una legión de fans que se agolpa frente al escenario y yo voy incorporándome a la propuesta poco a poco. Al final me han ganado para la causa. Un directo impresionante.


He sido previsor y utilizo las fichas de las que antes me he provisto para no tener que hacer más cola en la caja de las barras. El calor ha bajado y están llegando algunas nubes que tapan el Sol. No tendrán consecuencias mayores. Me dedico a observar el público. A la mitad les saco por lo menos veinte años, y a un tercio de los restantes tal vez diez. Entre tanta camiseta negra se distinguen alguna de Pink Floyd y bastantes de Marillion. El catálogo es interminable: Dream Theater, Transatlantic, Rush, Porcupine Three, Toundra… Abunda el buen gusto.
Alcest tiene problemas de sonido. Este será uno de los puntos débiles del festival, bueno en algunos momentos, mejorable en su mayor parte, y francamente deficiente en algún caso. No acabo de conectar con su concierto, pese a que se lo trabajan duro, y pese a lo que me gusta su música. El calor ha desaparecido y la temperatura comienza a bajar conforme avanza la puesta de sol (lo hará hasta los 19 grados).


A las 20h30’ entra Fish en escena y el público se viene arriba. Es el abuelo del festival, se sabe querido y se entrega al máximo durante una hora. La recta final de su concierto es una concesión a sus viejos tiempos con Marillion, y parece que es lo que muchos han venido a escuchar. El ambiente es fantástico y me dejo llevar por el divertimento en el que se ha convertido la actuación. Gran ambiente para introducir una pausa y meterle algo sólido al cuerpo. Bocatas a tres euros cincuenta, ¡así da gusto ir a un festival!
A las 22h suenan unas notas pinkfloydianas para introducir a Anathema. Son una banda estrella del cartel y han venido con la formación al completo y con ganas de gustar, y con la vista puesta en un próximo concierto en solitario en Barcelona, en octubre. Hay mucho público y mucha expectación. El concierto será muy bueno, aunque sólo de una hora.
Opeth, cabeza de cartel, se retrasa, pero el sonido se ha ajustado y será el grupo que mejor se escuche con diferencia. Hay una legión de fans pendientes de su actuación, y yo, que no lo soy, me dispongo a contemplar el espectáculo desde el fondo de la plaza, sentado en un poyo con la espalda relajada (las cervicales empiezan a cobrarse factura después de tantas horas, y ya hemos quedado en que uno va teniendo una edad). Son unos músicos excelentes estos suecos. Me quito el sombrero ante la calidad de la banda. Una hora y media de lujo, aunque, pese a mi relativamente cómoda posición, el cansancio me hace mella.


El retraso de Pain of Salvation es desagradable. Han vuelto los problemas técnicos y el sonido de su concierto no hará justicia a la propuesta musical de la banda. No he escuchado nada previamente y me dispongo a encontrar las razones por la que han generado la expectativa de un público que ha aguantado hasta las dos de la madrugada para que salgan a escena. Y comienzo a entenderlo desde el primer momento. Es apabullante lo de su líder, un virtuoso de la voz y de la guitarra. En su cabeza hay mucha música y mucha creatividad, no sé si podrá controlar tanto talento sin que se le desborde y lo arrastre hasta algún punto de no retorno. No hay definiciones para este grupo, a los que me propongo seguir con esmero, pero estoy hecho polvo y decido dejarlo para otra ocasión. Además de la hora tan tardía, la sonorización me decanta hacia la retirada.
Son las tres menos cuarto y me doy cuenta de que he estado once horas entregado a una de mis grandes pasiones, si no la que más, yo solo, sin colegas con los que compartir la experiencia. Ha sido magnífica. La música y yo. Yo y la música. Todo lo demás lo ha hecho posible.

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